Se le nublaban los ojos. Sinceramente las orejas de los ojos no se iban a ir así de fácil. ¿No habían caído ya las lágrimas suficientes para limpiar el alma? Merecía ser feliz, pero la angustia viva le quemaba la garganta, no era por lo mismo que hace un año atrás pero era el mismo sabor amargo que tanto quería olvidar. Estas vez no eran recuerdos, eran hechos que con el pasar del tiempo se volvieron mas duros de dejarlos ir. NO, no era lo mismo. Una experiencia de volver en el tiempo a ella misma. Esta vez se extrañaba en sus viejos tiempos, tiempos de preocuparse si su amor platónico en el colegio gustaba de otra o no, donde lo peorque podía pasar era que te retaran por tener el pelo lleno de arena, por esto y aquello. Cada día más duro, y menos abierta. No era infeliz, no le gustaba que a tan corto plazo volvieran a caer en llantos durantes largas noches. Ya se había saturado, le faltaban añares de mares de agua salada por evaporar; pero necesitaba al menos un año para volver a derramarlas. Uno de sus mejores años. Casi ruega "Por favor, dame un año". Se iba desgastando, sinceramente nada le venía bien ni mal. Ya ni siquiera creía en eso de "principe azul"? Ya había pasado la época de creer en eso, no eran tiempos, ni tampoco tenía ganas; lo poco que vivió la desgasto mentalmente.
Podía verse en su nuevo mundo sentada observando como la inocente nena jugaba en frente del espejo pretendiendo ser una gran persona coqueta y confiada de sí misma. Como reía! Le fascinaba lo que le devolvía ese rectangular reflejo. Merodeando por el living ignorante de como vestía, que miraban de ella; si se lo proponía ese mundo hasta podría convertirse en circo.
Pequeña fe no te vayas cuando más te necesito